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viernes, 9 de abril de 2010

La despedida



Ella, la mandrágora...

De la sangre de medusa surgió Pegaso, toda su paralítica ambición al morir voló...
La evolución de la ignorancia es la maldad humana más pura. Disecaron el ave mensajera que alguna vez nos ayudó a comunicarnos. La muerte de su negro plumaje fue insólita. Hay quienes afirman que bebía con ansias tus palabras de olvido, inocente no sabía de tu lengua en veneno, siempre creyó que tú eras una de ellas y algún día negras volarían juntas. Hay quienes afirman que reías con la noticia de su muerte y te volvía más hermosa bebiendo a risas el alma muerta que nos unía. Yace el cadáver más vivo que antes, aves blancas mueren consumiendo su carne, negras copulan y hierven el aire, silencio y pálida alegría, carnívora el alma, fértil la agonía. Ni ansiedad, ni dolor, ni nada, solo el alma como nunca extremamente mutilada. Nos veremos cuando volvamos a la piel humana, nos hemos tatuado suficiente de mentiras y perdones, ya nada nos hará recordar a la piedra en soledad, a la estatua sin mirar, una vez más la carne se diluyó; su asesino infalible, el destino, nos bebe poco a poco y se embriaga ¿por qué no? Al menos que sus visiones sean de miel alucinar y no de insipiente realidad como la que sentí en tus ojos. Siempre existe una salida al ser elixir maldito de eternidad o veneno. Despacio sin dolernos nos despertamos y habíamos perdido el rostro. Solo éramos lo que de verdad se respira, éramos la pura piel del alma. Nos despedimos alejándonos más y más y no podemos separarnos, somos ese único susurro de mar. Silencio le pedía tu calma a la mía, nunca oscureció y eso nos vestía del terror que asesinó a los antiguos, el viento era polen de veneno y se gestaba de nuestras caricias condenadas a ser aire, carne de soledad y púrpura blasfemia, más no importaba, éramos desterrados por amar esta verdad, ahora somos pecado de lo fatuo establecido. Bajo el negro de tus ojos en resaca me curabas la herida aun abierta por el gozo desenfrenado de todos los días, jamás habíamos reído tanto como cuando casi muero, me atreví a desnudar tu piel y ensuciar mi alma con la tuya y no me arrepiento, si tan solo somos el sueño de la gran mentira. Y en tus dientes de niña reptil la palabra justa jamás existió, por el esfuerzo de encontrarla se gestó el veneno como elixir de dioses agotados de vivir, lo consumieron con ansias y se volvieron mitos cobardes de los que nadie canta, más el humano que lo bebió dejó de ser carne en siembra y su alma cosechó las lenguas milenarias de sus serpientes para perdurar. Sin párpados se cierran tus ojos ya no sabes como beber, se secan las lágrimas para una eternidad, el alimento es delicioso pero pútrido, tus caricias son el viento ácido inolvidable pero hipócrita. Su único bien tuvo que ser alejado de mi calma, aquel no merecía lo que emanaba mi sentir. Te saluda mi maldición frívolo corazón, ya jamás serás lo que quisiste. Repudio y amo tener que cantar canciones compuestas a un ser que jamás se lo merecía, tu réquiem es cáncer del muerto caballo violeta...

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