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martes, 24 de septiembre de 2013

La Vista

Qué tempestad; ocurren años de bifurcar los alivios, caer y levantar.
Concuerdo en que nos observan desde una inmensa pantalla, un ego colectivo por recibir atención divina, personal o ajena. Nos comunicamos con una facilidad de soledad que algunos buscan en su confort de sentirse puros o miserables, el viaje paranóico de ser escuchado, criticado o aplaudido, es el mismo en toda actividad o raza que tiene acceso a redes, informaciones y mentiras. Es duro imaginar ser protagonista del apocalípsis teniendo tanos encierros en conjunto y tantas otras aves, todo morirá o prevalecerá en algún tiempo de etar vivos aún. Las calles son círculos de mentes solas, son extras para el teatro universal de sentimentales y sin escrúpulos invibles. He palpado con realidad la imagen virtual de la luz y la suerte infinita para descubrir lo que siento a cada paso de empezar, a veces ser distinto a lo que eras es saludable para vivir y crecer, nos lo han dicho y lo repetimos constantemente, inconcintemente. Nuestra melancolía pdría ser la psicodélia de algún espectador de turno en los últimos capítulos de esta triste y gran temporada, la tecnología de los espejos se refleja tanto en mortales como en el resto de vidas... El temor de personas podría ser un placer galáctico en la subliminalidad de sus proyectos obras y eras, la ficción también es arcilla de control, el control es repetir actividades iguales peródicas y colectivas para lograr un resultado, su moral demuestra indiferencia. Es, en definita, la distracción lo que hace al entretenimiento, llegar a darse cuenta de que nos obervan y controlan para su hocio eterno sin rostro, para defender absurdamente sus pociciones de sofá lejano para ver un film de antaño con la misma trama de amor, venganza y odio; la pasión del drama oculto en nuestras narices polvorientas de tantas épocas cansadas de lo mismo. La meta sería vivir con cierta felicidad sin darnos cuenta, pero la verdad es que se acaban los recursos en todo sentido y las decisiones se traducen en caminos necesarios para lograr dicha meta, la alegría de los que actúan, importa más que la risa prestada del que no paga y solo especta. Retorno a mis actividades.