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viernes, 8 de enero de 2010

Autorretrato


Autorretrato
Cuando era niño y blasfemaba me sentía en directo contacto con el envolvente universo. Sentía que se acercaban momentos decisivos para el planeta mismo. Me sentía creador y finiquitador total de todos y de todo. Pero nunca le tomé la importancia que ahora comprendo y desorganizé mi vida olvidando un poco más mi niñez. Mi adolescencia fue lo más completo que he sobrellevado; al blasfemar con resaca el mal tenía ese aliento único que hiede a un temor inculcado, hay muchas señales oscuras que te llaman a la calma pero la maldición está a flor de boca, lame los senos de la enemiga mente, primero la seduce y luego la ultraja inculcándole el amor al dolor (ese mundo donde todo tiene sentido e importancia). Conocí varias y varios muertos que alegres van mejorando los días, conocí seres hijos de puta, algunos amados y algunos despreciados por la vida, algunos amantes y otros desgraciados por ella y juntos pintamos varias charlas creciendo en una adolescencia, en ese tiempo, dura, cálida y digna de recordar. Hoy no tan lejos de aquellos días mi mente es una sola y ha optado por la blasfemia. Ha querido llegar a un nuevo punto de verdad, desea reconstruir algunas falencias, perdió quizás varios dogmas importantes y conoció lo más y único importante en la vida, la vida. Recuerda y lagrimea en silencio por los muertos no en carne sino en visitas, sueños y conversaciones. A veces los extraña. Conoce nuevos dientes que hablan, hablan, y hablan, discute a diario con las excusas de los irrecordables, se lamenta por ello pero sólo un par de segundos y ya no le importa. La fé del sueño se ha transformado en un motor talvez con el combustible equivocado. En ocasiones está mal herida y su orgullo no le permite la normalidad, siempre la simpleza le es lienzo y no verdad, la costumbre le lastima los ojos y le hace olvidar el horizonte vestido de amanecer y mojado en mar, no ha olvidado y ya nunca lo podrá hacer, todo lo justo y necesario cada vez le apesta más y le enferma. Lamentable o más bien dicho felizmente, ya no tiene varios dogmas donde sustentar su inagotable fuerza, voluntad y fé... Pero pronto pasará y llegará al amanecer... Un nuevo amanecer...