Archivo del blog

viernes, 10 de octubre de 2014

El espíritu del sueño

Hace demasiado calor. Hoy los bichos suenan tanto que parecieran ser más grandes de lo normal, la plaga debe estar alimentándose y apareándose de manera incontrolable en la oscuridad de la selva, mañana los fumigadores tendrán un día largo y pesado como lo vienen teniendo desde hace tres meses desde que llegué como cualquier otro extranjero que dice venir a ayudar lleno de conocimientos y escepticismos ante las creencias de las personas que ahora conozco y han dejado de ser pacientes o desconocidos, el aislamiento es una gran circunstancia para olvidarte de todo y conseguir una nueva vida a riesgo de perder la otra. Estoy sediento, me acompaña Abdou, un niño vivaz y distraído que dice que ha olvidado dónde queda su casa, los pobladores cuentan que llego del bosque solo y cantando una tonada que no es de la localidad, nadie quiere hacerse cargo de el y es por eso que vive aquí en el dispensario en una cabaña que construímos recientemente, debe venir de alguna comunidad escondida y poco o nada contactada por ninguno de la zona. El área oeste de la selva casi no se ha explorado en años porque la superstición cuenta de criaturas y espíritus capaces de dominar el pensamiento y revertir la realidad por el sueño, a mi en lo personal no me interesa explorar ya que abundan las enfermedades y podría infectarme e infectar a otros causando varios decesos y además quiero regresar sano y salvo a mi hogar cuando ese "algún día" llegue pronto. Abdou ha "recordado" algo el día de hoy hace pocos minutos, es un augurio que alguien debió contarle, no recuerda quién o dónde ni cuándo, solo cada palabra que al nombrarse en el idioma que dice tener parece un cántico religioso, me lo ha traducido, sabe hablar ese idioma suyo que nadie reconoce al igual que el que habla la comunidad, yo voy aprendiendo más de los intérpretes que ahora son mis amigos de tertulias y tragos. He interpretado la traducción de Abdou de esta manera: "Cuando los insectos suenan así hacen la música del invitado, es la voz del último espíritu, del que escupe peste y odio cuando ríe". Dice que los grillos le han recordado con sus patas la frase que ha cantado varias veces, me intriga de una manera rara junto con este calor insoportable. Los dientes del niño se alumbran con las velas que nosotros mismos producimos artesanalmente, la oscuridad es de verdad misteriosa en este lugar, ha llegado la hora de dormir y mi amiguito se ha despedido marchándose tarareando y corriendo a su cabaña para no toparse con ningún grillo, son negros y no temen chocar contra el cuerpo que se les cruce en frente, son muy molestos la verdad. Por fin me hecharé a descansar. Tengo la costumbre de recordar para no sentirme solo aunque la melancolía me parta la garganta y la boca del estómago al hacerme una efecto contrario a la adrenalina por el riesgo y darme un vértigo de tristeza o añoranza, a veces es algo muy duro pero considero que me ha hecho bastante fuerte e insensible, otras veces ni yo mismo me soporto pero debo fingir y trabajar bien, cuando nadie nos conoce podemos ser cualquiera sin importar si nosotros mismos nos reconocemos. Voy cerrando los ojos, el bullicio de la plaga me arrulla, es extraño pero he aprendido a descansar con ello, como "verle el lado bueno a todo" obligatoriamente para no caer en la desesperación o la depresión tan fácil de adquirir en situaciones como estas. Me tomará unos minutos conciliar el sueño, hace mucho tiempo que no recuerdo ningún sueño y la verdad un día me he puesto a extrañarlos porque siento que no es normal no soñar más, es decir, por un tiempo está bien pero no recordar jamás un sueño es devastador de cierta forma. Al parecer ya estoy dormido porque esto no es el dispensario, es esa calle, ese asfalto y llueve, hace frío, lo puedo sentir, alguien me acompaña y conversa, no puede ser... ESTOY SOÑANDO. El ser que me acompaña lo reconozco pero algo no me deja admitirle, está de una vejez pasajera por cansancio probablemente o descuido por tristeza, me gusta soñar y la verdad el frío me refresca del calor en la realidad, lo puedo comprender y comparar todo, estoy totalmente lúcido como si hubiera quedado de acuerdo para charlar con alguien en el subconsciente colectivo hace varias épocas de habernos visitado. Estamos esperando un autobús y las gotas de lluvia son diminutas, de una sensación refrescante indescriptible ante no haber sentido frío durante meses. Siento preocupación desde quien me acompaña, me siento un invitado bastante querido pero de presencia incómoda, quizá estoy en el sueño equivocado, bromeo. Todo es calmo mientras vemos las gotas como se deslizan de abajo hacía arriba por el vidrio de las ventanas del transporte, vamos un poco rápido, conversamos de cosas triviales no muy importantes y se me olvidan con una facilidad de alivio que mantengo durante mi estadía en este espacio de sueño. Siento algo raro, es una pregunta que debo hacerle, sé que me dolerá, tengo una intuición de pesadilla en el paisaje más hermoso pero debo hacerlo, pregunto. Todo ha cambiado, he bajado del autobús muy desorientado, mucha gente me mira con miedo, tengo la cabeza baja y una desolación que me está devolviendo a la realidad de manera brusca y bastante triste, la persona es ahora mi molestia, me sigue como queriendo darme un consuelo, no deseo oírla. Tiene en una mano una manzana roja de muy buen aspecto y un vaso blanco de cartón con agua, me imagino, quiere que beba, desisto, peleo, hay llanto y el ruido de los neumáticos en le asfalto de nuestro sueño se empieza a confundir con el de la plaga de grillos, pronto despertaré y al haber comprendido también soy consciente de que he preferido olvidar todo lo que no me conviene. Abdou está parado a la entrada de mi cuarto con una expresión nula a cualquier estímulo, tengo fiebre, escucho que se despide, que en la madrugada soñó que recordaba todo y que su gente lo necesita, no puedo detenerlo, debo descansar, le deseo buen viaje con muchísima tristeza al comparar la lejanía de quien me acogió en un sueño y la lejanía en mi realidad. He vuelto a dormir. Después de haber estado un poco enfermo y atendido por mis nuevos amigos de la comunidad me he levantado con vigor y listo para empezar un nuevo día. La plaga ha terminado el bosque suena sano nuevamente. Tengo en mis manos una carta solicitando mi regreso a casa lo más pronto posible, extrañaré este lugar y su gente. También, alguien (nadie supo explicármelo) me ha dejado a los pies de la entrada una manzana roja muy tentadora junto con un poco de agua cristalina que bebí de inmediato, la manzana me la guardaré para mi retorno, bajo ella una nota que dice "Una sonrisa para el invitado".

No hay comentarios:

Publicar un comentario